12.25.2009

Noche del 24 de diciembre (09)

Allí estaba yo, en un polvoriento campamento a pleno sol en pleno agosto. Menuda diversión. Solté la maleta y la mochila sobre una de las literas. En total había cuatro camas por cabaña, y lógicamente las chicas dormían en unas cabañas y los chicos en otras. Aunque bien sabía yo que eso la gente se lo pasaba por el forro, pues en vez de dormir era divertido colarse en las cabañas que no se debía y jugar con los chicos y viceversa.
El objetivo de aquel lugar era estudiar. Sí, pasar las vacaciones de verano estudiando. Odiaría a mis padres unos cuantos años por hacerme pasar por esto. Pensaréis que quizás había suspendido un montón de asignaturas. Pues no: había suspendido historia. ¡Una! Sí, por esa piedrecita estoy aqui. Espero que después de este mortífero mes pueda conseguir sacármela del zapato.
[...]
Pasé el día en la sala común de las chicas y me hice muy amiga de una chica llamada Irene. Era realmente guapa, con el pelo ondulado rubio, piel pálida y ojos claros, no tenía muy claro si eran verdes o azules. No vivía en mi ciudad lo cual me tocaba las narices, pero al menos podríamos seguir hablando mediante internet o teléfono. Ella tenía un hermano. Se llamaba (?) y también era rubio, de hecho parecían gemelos. Era delgado pero con aspecto atlético, pues le fascinaba el deporte, especialmente la natación. Al contrario de lo que me esperaba, el chico me agradó lo suficiente como para entrar en la categoría de amigo, y los tres nos hicimos inseparables.
[...]
Para mi desgracia llegó el último día de campamento. Al principio me moría de ganas por salir de aquí pero ahora no quiero separarme de Irene y su hermano. Nos hemos hecho grandes amigos y me duele tanto separarme de ellos y volver a mi ciudad otra vez...
Irene me abrazó con lágrimas en los ojos y yo a ella, estas últimas semanas habían sido las mejores de mi vida, las fiestas que montábamos después de media noche en la cabaña de su hermano con los demás chicos, las guerras de almohadas, las bebidas "prohibidas" (cervezas y licores), las escapadas al bosque los fines de semana... Lloré sin querer separarme de su abrazo pero era inevitable y las dos nos reímos como tontas. Irene recogió su mochila y fue hacia el autobús a introducir su maleta en el maletero. Mientras tanto, su hermano me observaba desde la cabaña de los chicos con aspecto sereno.
Miré al suelo y cerré los ojos. Sabía que me había enamorado de él, era algo totalmente inevitable. Sentí cómo se acercaba más y más hasta que me rodeó los hombros con fuerza y me abrazó. Me aferré a él con cariño y deseé no volver a sentir ese dolor nunca más, pues no sabía si lo volvería a soportar. Su calidez inundaba mis sentidos y su pelo rubio olía a limón. Le besé en la mejilla y él me miró a los ojos, me hundí en ellos y lo besé vacilante. Él, a su vez, me correspondió pero de pronto un destello cruzó por sus ojos y se separó.
[...]
Era adoptada. Irene, su hermano y sus padres, o debería decir mis padres, me acompañaron hasta mi casa. Llevaban los documentos que mis padres firmaron al adoptarme. Él era mi hermano, y lo sabía. Por eso se separó de mi. Me había enamorado profundamente de mi propio hermano. Y mis padres me habían ocultado la verdad durante dieciocho años. Tenía dos hermanos, y jamás lo habría sabido de no haber ido a aquel polvoriento campamento.

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No pensaba escribir este sueño pero ha sido uno de los más intensos que he tenido este mes, y pese a las lagunas, he conseguido escribir más o menos la historia que soñé.

P.D.: Feliz navidad =D

3 comentarios:

  1. Muy bien contado cielo ^^, pero espero que si llegas a tener un hermano de verdad....no te enamores de él T.T

    te amo ^^

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  2. Ultimamente he soñado un montón...

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  3. Rubio, ojos claros, atletico, natacion... ummm
    Joer hija sueñas con unos pavazos tremendos!!

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